POP MILLENIALS


                                       

                                             LA CULTURA DEL TRANCE


Pop millenial es la segunda colección que creé en el 2018 con la intención de reivindicar, a través de la saturación de color, una generación, en concreto la generación millenial, en la búsqueda desesperadamente la evasión a través de las drogas.

La colección quiere ofrecer un homenaje al Pop de los años 70 y a la cultura del trance ya que es donde tuvo su apogeo con los movimientos contraculturales estadounidenses. Al igual que el movimiento hippie en pos de la paz, se pretende con Pop millenials hacer un guiño a esta generación que actualmente también sostiene una lucha con la sociedad. El enemigo es la sobrecarga, en concreto, la multitud de estímulos a los cuales estamos expuestos: televisión, redes sociales, internet, estudios... están cubiertos de una incierta apariencia de perfección, consiguiendo así un frustrante bloqueo en la mente de los jóvenes. Esta carga es la que se pretende mostrar con la concentración de imágenes en estos tres estilismos.

Pop Millenials quiere hablar de la alternativa a la obsesión por las redes, a que nos mire la constante pupila de la cámara fotográfica que se encuentra en todos nuestros aparatos electrónicos, para recordarnos si somos lo suficientemente perfectos para ser queridos por la sociedad. Un like es la aprobación de un ente anónimo que nos dice que somos lo que debemos ser; nuestra personalidad la rigen una serie de autómatas que dan doble click en una pantalla... nuestro mundo es así. Incluso el amor ya se rige por las normas de las aplicaciones móviles, nuestro amor es solamente un "match".


Por esta misma razón, sin darnos cuenta, nadie puede conformarse con ser bueno, tenemos que ser lo mejor, porque todo el mundo nos está mirando.

Generamos el "yo" que quiere un público que en realidad sólo conoce nuestro nick y no nuestro nombre real. La aceleración de estímulos y de interacciones es inevitable si no quieres acabar en el camión de la basura social. A su vez, la publicidad nos muestra unos cánones estéticos inalcanzables a un ritmo frenético, ¿cómo no obsesionarse con la perfección si la aprobación social depende de esta búsqueda? Cuanto más queremos ser más nos alejamos de nosotros mismos.


Pero los millenials pueden escapar igual que lo hizo Alicia al perseguir al conejo blanco. Siempre habrá algo que nos desinhiba de la velocidad. La cultura del trance, del botellón, alcohólicos de fin de semana... nada sobra en el viaje hacia el silencio momentáneo de la presión social. La ciudad de noche, difusa, se convierte en el jardín inconexo de los que huyen de la afectación de la mirada del mundo.

Ya de paso que huímos, podemos sacarnos algunos selfies, por si acaso al volver al mundo real, no parecemos lo suficientemente nosotros.

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